Nada nuevo yace bajo el sol

Ser

Aquí os dejo mi columna de opinión que, como cada Viernes, se emite en Cadena SER Radio Granada, a las 8:20 h:

El eterno retorno se ha consumado para constatar empíricamente que nada nuevo yace bajo el sol. Mi no ansiado regreso a Granada fue a través de la línea ferroviaria Sevilla-Almería, que culminó a través de dos autobuses y ningún tren. Desde Antequera Santa Ana no hay vía, pero antes desde Sevilla no hay trenes. Esto es el Ministerio de Fomento, sálvese quien pueda.

Y encontré Granada como la había dejado: lánguida, sin vida cuando los universitarios no la llenan como extras en un centro urbano que es el plató donde se rueda “El no tan extraño caso de la ciudad irreal”, donde los pisos turísticos expulsaron a sus habitantes, donde los hoteles ya no se llenan, donde los supermercados hacen más caja que los restaurantes, donde los turistas no gastan pero sí derrochan los medios naturales que yo pago.

Y paseo de nuevo por las calles de un casco histórico aún con tráfico rodado, con un río embovedado que este verano, enfadado como muchos granadinos por haber “hormigonado” todos los cauces naturales de nuestros ríos, se ha declarado rebelde y ha decidido atacar los edificios. Y en el PP granadino, de nuevo pensando en Primarias porque no son de fiar ni entre ellos mismos. Lo dicho, nada nuevo yace bajo el sol.

Trenes pijos solo para nuestros ojos

Ser
Aquí os dejo mi columna de opinión que, como cada Viernes, se emite en Cadena SER Radio Granada, a las 8:50 h:
 
Dicen que, en el siglo XXI, las diferencias de clase ya no son tan perceptibles. Mentira. En Granada se pueden tocar cuando en los próximos días le organicemos el recibimiento poco amistoso que se merece al tren Al-Andalus. Porque eso de que a Granada no lleguen trenes es otra mentira que no se convierte en verdad por ser mil veces repetida: a Granada, los que no llegan son los trenes del proletariado.
 
No llegan los Cercanías porque fueron borrados de la faz de la tierra. No llegan los Media Distancia porque sufren el desprecio de lo que se quiere desterrar. Granada solo aspira a que lleguen los trenes pijos para pijos, saludados desde ambos lados de las vías por un pueblo que los observa desde abajo, preciosos, modernos, de diseño, lujosos, pero que no puede subirse a ellos porque no le llega el exiguo presupuesto del que dispone dados los salarios basura que reciben por el sudor de su frente de unos empresarios con los márgenes de beneficio cada día más amplios.
 
Llegará el AVE para que el pueblo lo disfrute desde abajo. Y en estos días llega ya el Al-Andalus, a más de 4.000 € el billete. Porque, claro, por ese precio sí se abre la vía de Moreda como las aguas del Mar Rojo para que pase el tren; los pobres, que se jodan en el autobús, que les está bien empleado por usar los Media Distancia que huelen a miseria.