Archivos Mensuales: abril 2017
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…Y la vida nunca vuelve a ser igual tras el antológico final de Mad Men
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«The Honorable Woman», buena serie de la BBC, desilusionante aproximación al conflicto palestino-israelí
Granada crucificada
«Mar adentro», el inmortal grito de Amenábar contra la hipocresía que impide afrontar la eutanasia
Como cada año por estas fechas, tengo el privilegio de asomar a mis alumnos norteamericanos al gozoso abismo de la perfección de “Mar adentro” y, a pesar de tener que verla anualmente y la fatiga que podría suponer saberme sus diálogos de memoria literalmente, me sigue fascinando como el primer día en cada visionado. Fresca, nueva y limpia por más años que pasen y más cursos en los que la proyecte. Por eso es por lo que hablamos de una obra maestra inmortal.
Está muy manido y visto, pero es que es cierto: Alejandro Amenábar es el Hitchcock de nuestra época. Capaz de contentar a crítica y público a la vez, de cargar de dignidad al cine comercial, de llenar salas y arrasar entre los sesudos críticos con la misma fórmula. Lo tiene todo. Sobre todo en ésta, su obra más redonda (junto con “Ágora”).
Pero este film vino para llenarnos la vida, porque más allá del mérito magistral de Amenábar como director y guionista, está la interpretación antológica e inmortal de Javier Bardem, reencarnándose directamente de una forma ciertamente milagrosa en uno de los personajes más relevantes del pensamiento moderno de este país, Ramón Sampedro, y su lucha sin cuartel contra todo y contra todos por el derecho a morir dignamente.
Su metraje demuestra la precisión de un reloj suizo donde nada está integrado al azar sino que responde a alguna intención concreta y exacta de su genio creador. La capacidad visual innata de Amenábar se desparrama a lo largo de todo su metraje dejando escenas para el recuerdo (como el vuelo del protagonista desde su dormitorio a la playa).
Y, por si todo eso fuese poco, está su música, la compuesta por el propio Amenábar para el film y la que se cuela entre sus escenas procedente de Carlos Núñez o Luz Casal. Sencillamente sublime.
De entre el ramillete de films con los que el cine de este país puede presumir frente a cualquier cinematografía habida y por haber, éste ocupa su lugar por derecho propio, como grito iracundo contra el beaterío y la hipocresía que impide afrontar la regulación de una vez por todas de la eutanasia en un país que es menos aconfesional de lo que dice su Constitución.