De autobuses, RAE y prestidigitadores

SERAquí os dejo mi columna de opinión que, como cada Viernes, se emite en Cadena SER Radio Granada, a las 8:50 horas:

La RAE nos miente. Ustedes no se habían dado cuenta, pero han tenido suerte porque he venido para hacer caer la venda de sus ojos errantes. Y es que dice la RAE que un autobús es un “vehículo automóvil de transporte público y trayecto fijo que se emplea habitualmente en el servicio urbano”.

Incautos y ajenos a la realidad granadina, los académicos nos ocultan una segunda acepción del término: un medio de transporte cuya finalidad es tomar el pelo a los granadinos a diario, sin pausa ni descanso.

Están los embaucadores del gobierno de Rajoy, haciéndonos un viejo truco prestidigitador que convierte el autobús en tren con la facilidad que aquel señor que andaba sobre las aguas hacía del agua vino.

Y están los trileros de la Junta de Susana Díaz, que taimadamente disfrazan los autobuses de hospitales rodantes para que podamos seguir chupándonos el dedo con inocente gozo.

Autobús como sinónimo de mentira, de invento dionisíaco, de ambrosía para callar a incautos, de truco de falsos espejos y realidades inventadas, a pesar de lo que diga la RAE.

«Corazón gigante», un cálido derroche de humanidad procedente de la gélida Islandia

corazon-giganteParadójicamente, de la gélida Islandia viene uno de los films más cálidos por derroche de bondad humana de uno de los grandes (en todos los sentidos) protagonistas del cine de esta década.
 
Esa pequeña joyita llamada “Corazón gigante” de Dagur Kári. La historia de un personaje totalmente inolvidable llamado Fúsi que, a pesar de haber cumplido ya los 43 años y los 120 kilos de peso más que sobrados, es pura bondad, es un ángel terrenal en pleno siglo XXI.
 
La sociedad es inmisericorde con un pequeño niño gigante, que en la cuarentena sigue usando juguetes y viviendo con su controladora madre. No le permite un respiro a quien le cuesta madurar acorde a su franja de edad. Y Fúsi, a pesar de su infinita bondad, es víctima de todo ello. Hasta que llega el amor.
 
El argumento podría parecer rozar peligrosamente la sensiblería almibarada y la condescendencia, pero no es así, porque Dagur Kári sabe siempre quedarse siempre al límite para imprimir verosimilitud a su preciosa pero insondablemente trágica historia.
 
Y luego está la interpretación del gigantón Gunnar Jónsson, haciendo de un personaje tan fronterizo a tantas cosas como Fúsi un acierto total, uno de los grandes personajes de estos últimos años junto con las niñas de la turca “Mustang”.
 
Es un film adorable, que sabe no caer en ninguna zanja predeterminada ni en clichés al uso y, no obstante, es capaz de conmover a la fría como un témpano Islandia. Cuánto no a este humilde andaluz embelesado con este film francamente soberbio.

«I´m not there» o la deconstrucción musical del biopic y de Bob Dylan a cargo del habitualmente clásico Todd Haynes

im-not-thereTodd Haynes, el dios del clasicismo en el cine, el legítimo heredero de Douglas Sirk, el hacedor de un cine que me encantaría ser capaz de hacer yo, cargado de minas contra los convencionalismos sociales en formatos clásicos de los 50 cargados de colorín, se deconstruye a sí mismo en “I´m not there”.
 
Sin duda, con el premio Nobel recién concedido a Bob Dylan, es el momento de ver el falso documental más complejo y difícil de la historia del cine. Todd Haynes deja el clasicismo perfecto por un momento para armar una pieza de cámara donde el hilo conductor no es la vida de Bob Dylan, sino su música, a través de siete personajes diferentes sin conexión aparente en sus historias mezcladas, todos ellos trasuntos del propio Dylan.
 
Ello tiene un claro peligro manifiesto: que te pierdas, que no entiendas nada si no tienes algunos conocimientos previos de la biografía del músico de Minessotta. Ello lo hace un biopic de Bob Dylan solo apto para Dylanianos confesos, y críptico y cerrado para el resto de bichos vivientes.
 
No es una peli fácil de recomendar porque me puedes tirar por la ventana tras verla, pero tengo que confesar, que en su rareza y como excepción a la filmografía de Haynes, a mí me ha encantado. Además, ver a mi adorado dios del colorín rodando buena parte del metraje en un inmaculado blanco y negro ya justifica de por sí el esfuerzo.
 
El otro motivo ineludible para verla es la actriz que hace una de las siete versiones de Bob Dylan que se presentan en el falso documental: Cate Blanchett. No es broma, Cate Blanchett es uno de los siete actores que hace de Bob Dylan, y su andrógina interpretación es sublime.
 
Si quieres paladear un extraño biopic que rompe todas las normas del género, deconstruyendo la figura de Bob Dylan a través de su música, ésta es tu peli.

«Persona» sigue siendo magnética y pedantemente incomprensible 50 años después. Ese es el gran triunfo de Ingmar Bergman

persona-2La mayor parte del cine que me entusiasma bebe de las fuentes de Ingmar Bergman. El propio cineasta sueco siempre considero que “Persona” era su obra maestra. Han pasado 50 años de su estreno esta semana y ello obligaba a una revisión del film, aunque haya que inspirar profundamente antes de reencontrarse con ella. Porque sigue siendo tan bella y subyugante como incomprensible y críptica.
 
Si eres de esos espectadores que necesitan entender cada plano filmado y el sentido profundo de cada línea de guión, te has equivocado de todas todas, amigo, con este film. Más te vale salir corriendo antes siquiera de que empiece a proyectarse.
 
Y es que te enamoras de muchos de sus planos, de la soberbia interpretación (una silente y otra verborreica, como dualidad perfecta) de sus dos actrices (al final una sola, porque Ingmar Bergman llega a fundir en un mismo primer plano la mitad del rostro de Bibi Andersson y el de Liv Ullmann, en una metáfora visual insuperable), pero la historia que nos quiere contar, entenderse, se entiende poco.
 
No vayas a coger un complejo de tonto si no comprendes todos y cada uno de los hilos de la madeja del guión de Bergman en esta cinta. No creas que eres retardado si no entiendes qué pasa al final. Nadie lo entiende. Ni el propio Bergman. No trates de interpretar la aparición del marido de Elisabeth (si alguien trata de explicártelo, es que es un pedante haciéndose el listillo contigo), ni el prólogo conceptual y metafórico del principio y que reaparece justo a la mitad del film (sencillamente son imágenes impactantes sin sentido alguno, por más que muchos sesudos se lo sigan buscando 50 años después), ni mucho menos por qué Bergman repite un monólogo desde otro ángulo de visión en el tramo final de la película.
 
Pero, a pesar de ser inexplicable, es bellísima y maravillosa. La fotografía de Sven Nykvist puede ser la mejor de la historia del cine, y buena parte de los monólogos de Bibi Andersson son de una intensidad inexplicable (por supuesto, la narración del episodio de la playa y la carga sexual que tienen las palabras a pesar de no apoyarse en imagen alguna).
En conclusión, sigue siendo maravillosamente incomprensible 50 años después. Esa es la magia del genio del Ingmar Bergman.

«Nunca apagues la luz», apta solo para adolescentes descerebrados y palomiteros

nunca-apagues-la-luzComo no soy un adolescente palomitero descerebrado con la cara cuajada de acné juvenil, “Nunca apagues la luz” de David F. Sandberg, por mucho que la crítica especializada quiera mentirme para obligarme a opinar lo contrario, me parece una basura insufrible, puro excremento fílmico pensado para que el chaval de 15 años y 2 neuronas aproveche, entre susto y susto telegrafiado por el golpe de acorde de banda sonora, para meterle mano a la quinceañera que se dejó llevar al cine, incauta ella, pensando que lo que se proyectaba en una pantalla era una película. Porque para eso y nada más está diseñada esta cinta, para que los adolescentes den rienda suelta a sus instintos de todo tipo.
 
Previsible, con más cabos sueltos que los últimos minutos del Titanic, abusando de todos los clichés habidos y por haber en el género, con unos personajes desdibujados y de electroencefalograma plano (como los creadores de este presunto film), con sustos diseñados por ordenador según un programa de probabilidades por minuto… y me quedo corto.
 
El género está en horas bajas bajísimas, y solo produce basuras de esta dimensión, engendros de los que “Nunca apagues la luz” es el paradigma más tristemente perfecto.
 
Ahora bien, que sesudos críticos “asépticos y objetivos” te la vendan como cine bueno, es más, que te la vendan como cine tan siquiera, debería estar tipificado en el Código Penal.

Como andaluz, como andalucista, como granadino (About Canal Sur)

SerAquí os dejo mi columna de opinión que, como cada Viernes, se emite en Cadena SER Radio Granada, a las 8:50 horas:
 
Como andaluz, hace mucho que me da vergüenza Canal Sur. Su programación es lamentable, pensada para no tener que ejercitar nunca la capacidad intelectual, con un nivel cultural infame, unos productos subcontratados a productoras más propios de Mediaset que de una cadena pública, inmortalizando añejos y casposos clichés de nuestra tierra, en el sentido contrario a lo que debería pregonar (la lucha por la modernidad lograda por una nación valiente que partía desde una posición de subdesarrollo impuesto).
 
Como andalucista, me apenan sus informativos: la voz de su ama, a mayor gloria de su dueña, una Susana perfecta e inmaculada, en un ejercicio de subjetividad casi a la altura de la peperiana y también perdida TVE, que ya es decir.
 
Como granadino, estoy muy indignado con Canal Sur: afirmar sin rubor que hubo 15.000 personas en la manifestación contra la fusión hospitalaria es tomarme el pelo en mi cara, es faltarme al respeto. Canal Sur la pago yo, no Susana Díaz, y debería servirme más a mí que a ella.

«Louie», una mezcla demasiado caótica de géneros y situaciones

louieNo comparto en absoluto el entusiasmo por la transgresora serie de FX “Louie”. Es cierto que es provocadora, irreverente, muy políticamente incorrecta y hasta hiriente. No puedo negar que maneja una forma de comedia corrosiva y hasta insultante a veces, pero profundamente original.
 
Pero el humor de Louie es demasiado para mí. Le reconozco el valor de mezclar la comedia con momentos seriamente desagradables y tensos, pero… En este tipo de formato de “falso documental cómico”, HBO ya ofreció la última palabra en el tema con “Larry David (Curb your enthusiasm”), para mí mucho más magistral y divertida, y con un tipo de comedia que me llega mucho más directamente.
 
No puedo decir que no sea valiente y tenga calidad, simplemente es que el humor de Louise C.K. está a años luz de mí, a pesar de su valentía innata en la deconstrucción de la estructura de la narración en la serie y en la mezcla de géneros, quizás un tanto demasiado caótica.

«Los descendientes», la enésima prueba de que el cine de Alexander Payne es una experiencia vital ineludible

los-descendientesEs una gozada volver a disfrutar “Los descendientes”. Es un privilegio ver una y otra vez la filmografía de Alexander Payne. Es el dios de la comedia dramática, o quizás del drama cómico mejor dicho. Mezcla como nadie sonrisas, medias sonrisas heladas y lágrimas. Lo hace siempre. Con una derrochadora humanidad, empatía hacia sus personajes y credibilidad. Lo hace perfecto. Un paseo por su filmografía es un paseo por el paraíso cinéfilo: “A propósito de Schmitdt”, “Entre copas”, “Nebraska”…
 
Nadie, y he dicho nadie, conjuga comedia y drama como él, o mejor dicho, drama y comedia como él. Cada film suyo es una experiencia catártica, que te cambia por dentro y te humaniza. Nadie hace algo tan grande con la facilidad aparente con la que él lo logra.
 
Y luego está George Clooney. La gran estrella de la función. El hombre que lo tiene todo: inmenso actor, extraordinario director, comprometido política y socialmente y, sí, vale, también guapo. Él lleva todo el peso del film porque sabe y puede, porque le sobran capacidades y posibilidades, porque es mágico.
 
Esta obra maestra fue arrinconada en los Oscars por “The Artist”. Y eso prueba una vez más que estos galardones son un auténtico atentado terrorista contra el cinéfilo con criterio porque “Los descendientes”, como cualquier otra cinta de Alexander Payne, son mucho más que una obra de arte, son una experiencia vital ineludible.

«Todas las canciones hablan de mí» de Jonás Trueba, un buen film indolente

todas-las-canciones-hablan-de-miEs muy difícil poner a caer de un burro “Todas las canciones hablan de mí”, la ópera prima de Jonás Trueba. Pero tampoco puede uno defenderla con apasionamiento, porque justo ese es el defecto de un buen producto, de su minucioso guión, de su elaborada redimensión de personajes: su falta de esencia, de pasión, de entrega.
 
Es una peli maravillosa pero indolente. Unos personajes muy bien definidos y perfilados pero sin sangre en las venas. Un drama que no acaba de explotar en su dimensión trágica. Una comedia que nunca logra sacarte una sonrisa.
 
Es un buen film. Muy francés. Muy muy francés. Demasiado francés. Excesivamente francés para no serlo. Muy “nouvelle vague”, salvando las distancias, pero, como ocurre con el buen cine francés de esa época, un tanto carente de fuerza aunque sea enormemente inteligente.
 
“Todas las canciones hablan de mí” es una interesante peli, pero nadie daría la vida por ella, porque carece de la misma, como su parsimonioso protagonista.

Basado en hechos reales

SERAquí os dejo mi columna de opinión que, como cada Viernes, se emite en Cadena SER Radio Granada, a las 8:50 horas:
 
Reflexionaba durante el 12 de Octubre sobre si lo importante es si tú crees en España o si España cree en ti. Es obvio que a España no le importo un pimiento, ni me salen las cuentas porque creo que yo le doy a España mucho más que ella me da a mí, motivo por el que me declaro exento de amores patrios.
Pero no es España lo único que defrauda. La Junta de Susana Díaz le hace seria competencia. Érase una vez una señora mayor que llegó al PTS con un severo problema cardíaco en una ambulancia; de ahí la pasearon en otra ambulancia hasta la Caleta, donde tras unas horas de estancia en mitad de un pasillo, decidieron que ese no era su lugar y la trasladaron en otra ambulancia (y ya van 3) a una planta fantasma de un Clínico teóricamente cerrado donde, cuando podía, su cardiólogo se desplazaba de Caleta a Avenida de Madrid para verla, cruzando los dedos para que nada grave pasara mientras tanto.
Y todavía creen algunos que la manifestación del próximo Domingo es obra de taimados manipuladores que solo quieren acabar con el buen nombre de la Junta de Susana Díaz, como si ella no hiciera méritos suficientes para que tampoco en Andalucía nos salgan las cuentas.