«El puente de los espías», un film del Spielberg tipo B

El puente de los espíasMe es imposible decir que «El puente de los espías» es una mala peli. Pero tampoco puedo atreverme a decir que es magnífica. Es otra entrega muy correcta, interesante y académica de Steven Spielberg. De la versión B de Spielberg, la de las obras serias y correctas.
También existe el Spielberg versión A (obras maestras absolutas incontestables: «La lista de Schindler», «Munich», «El color púrpura» o «Atrápame si puedes») y el Spielberg versión C (palomitero, comercial e insufriblemente infantiloide).
Dentro de su filmografía tipo B, la verdad es que el film al menos levanta interés. Cierto que muchísimo más en su inicio y en su epílogo que en la zona central del relato, pero al menos maneja una virtud: lo que parecía una previsible y muy americana cinta judicial derrapa afortunadamente hacia un film de espías con cierto lejano aire hitchckoniano.
Es un film bastante interesante y, dado como está de lamentable el nivel de los Óscars este año, al menos esta cinta es digna.
Aunque, para mí, sin duda, la gran obra del año se llama «Carol» y está filmada por ese genio moderno llamado Todd Haynes

Los andaluces tenemos mucho que celebrar el 28F

SERAquí os dejo mi columna de opinión que, como cada Viernes, se emite en Cadena SER Radio Granada, a las 8:50 horas:
El próximo Domingo tenemos mucho que celebrar. Tenemos que celebrar que somos, que existimos, que Andalucía sigue siendo una patria reconocida y reconocible a pesar de todo. Que el sueño de Blas Infante, que pagó con su propia vida, no fue en vano y ha dado sus frutos. Que Andalucía tiene una personalidad propia, diferente e intransferible que debe ser respetada tanto o más que cualquier otra.
Aquí todo se ha tenido que conquistar con esfuerzo y por las malas: no nos regalaron medios e industria porque no molestábamos con nuestro nacionalismo a la dictadura dentro de nuestros pacíficos latifundios. No nos quisieron reconocer la entrada a la Constitución por la puerta grande de las nacionalidades históricas, cuando lo somos, sino que tuvimos que conquistarla en las calles un 4 de Diciembre y en las urnas un 28 de Febrero. Desde entonces, desde Madrid nos vienen regateando desde dinero hasta el número exacto de andaluces existentes.
Nos queda aún mucho camino por recorrer: para que nos tomen más en serio y, por desgracia, también para tomarnos en serio nosotros mismos. No hay atraso más grande en esta tierra que todos esos andaluces que no se reconocen y sienten como tales. El día que tengamos conciencia de lo que somos, Andalucía será esta vez de verdad imparable.

Habrá series magistrales, pero ninguna perdura en la mente como «A dos metros bajo tierra»

A dos metros bajo tierra 2Estoy redisfrutando por segunda vez como un enano los últimos 8 episodios de «Breaking Bad», esa obra maestra absoluta y eterna que nos cuenta el descenso a los infiernos de un tal Walter White que acaba convirtiéndose en Heisenberg. Pero mientras reabro la caja de pandora cargada de metanfetamina, no paro de ilusionarme por dentro sabiendo que el próximo mundo que voy a revisitar es el de estos saltarines de la foto, el de la mejor serie jamás filmada para televisión, el del mejor audiovisual de todos los tiempos, el de la obra más profunda, más filosófica, más ética, más literaria que se haya emitido nunca, el de «A DOS METROS BAJO TIERRA».
La vida y la muerte. Solo eso pretende mostrarte esta serie. «Tan solo» las claves para entender mejor la vida y la muerte. Y lo mejor es que es capaz de hacerlo y lo acaba consiguiendo.
Nadie es la misma persona que era cuando termina de ver «Six Feet Under». Como decía el crítico televisivo de El País cuando terminó la serie y se encontró en estado de shock, se recuerda como si de un inolvidable libro se tratara; es misterioso, porque no recuerdas imágenes, sino pasajes, de una obra magistral y literaria que decidió, gracias a HBO y de la mano de Alan Ball, cambiarnos la vida y la muerte a la humanidad entera.
Nunca habrá nada como los Fisher, principio y fin del audivisual moderno.

«Spotlight» o bostezando y echando de menos «Zodiac»

SpotlightYo me acuerdo de cuando Tom McCarthy hacía cine inmortal, del que se pega al alma y no se olvida. Nada más lejos de la mediocre y palomitera «Spotlight». Otra muestra de cine de periodistas entregadísimos y buenísimos que se dejan la piel y la vida en investigar un caso contra viento, marea y la pederasta iglesia católica de Boston.
Como entretenimiento o telefilm de mediodía, para el que le guste, debe resultar sobresaliente. A mí me ha aburrido hasta el bostezo. Me ha dejado una sensación perpetua de «todo ya visto y revisto», de más de lo mismo, del producto clásico y manido hollywoodiense, de astío…
Si uno quiere echarse a la boca una peli de periodistas de investigación que le de la vuelta de tuerca definitiva al género, para eso ya rodó el mago David Fincher «Zodiac», film al que «Spotlight» no le llega ni al tobillo.
Y me duele todo esto, porque Tom McCarthy es el autor de dos obras maestras de las que guardo en lo más profundo de mi corazón: «Vías cruzadas» y «The visitor», pero de aquel humanista sensible, parece ser que ya no queda nada.
Para mí merece entre 0 y 0 Oscars. Fijo que se lleva unos cuantos.

«Las mentiras de la ideología de género»

SERAquí os dejo mi columna de opinión que, como cada Viernes, se emite en Cadena SER Radio Granada, a las 8:50 horas:
Aún digiero la intervención en el Pregón de la Semana Santa en el Teatro Isabel la Católica del representante eclesiástico, una frase tan críptica como preocupante y rechazable mientras relacionaba las causas que crean víctimas en nuestra sociedad: “las mentiras de la ideología de género”.
Hasta ahora, y dada la buena labor en la materia de igualdad de todas nuestras administraciones, además de la pasta gansa invertida en ello, creía yo que las cuestiones de igualdad y género eran ya algo transversal. Que puede que en un pasado remoto hubieran sido un discurso de la izquierda, pero que en la actualidad cruzan en diagonal todo el espectro político y social con absoluto consenso.
¿Cuáles serán esas mentiras de la ideología de género? Por más vueltas que le doy a la frase, intuyo que meditada para vestirla de ataque jurásico con carga de profundidad, no consigo encontrar mentiras.
Yo sí conozco las mentiras que esgrimen los maltratadores machistas en sus foros, las mentiras de una sociedad que no permite a la mujer escalar en igualdad de oportunidades, las mentiras de esas reuniones de altísimos cargos de importantísimas empresas donde apenas hay mujeres, las mentiras de una paridad que solo duró lo que duró un gobierno, las mentiras de una cultura atávica que llevamos dentro y se libera en cuanto nos descuidamos.
Las mentiras de las que habla este señor, aún las ando buscando. Y él debió haberse callado en pleno siglo XXI.

«Carol» o por qué Todd Haynes es perfecto

Carol«Carol» es mi favorita absoluta a los Oscars 2016. Todd Haynes es el director más maravillosamente clásico de nuestro tiempo, un hombre capaz de haberse convertido en el trasunto de Douglas Sirk, un genio del melodrama de los años 50-60, un virtuoso del preciosismo visual, un antropólogo del alma de la mujer, un diseccionador de la sociedad norteamericana de hace unas décadas, un genio del cine.
«Carol» no es, ni más ni menos, que la historia de un amor prohibido entre dos mujeres en la machista y asfixiante Norteamérica de los años 50, donde aparentar es más importante que ser.
Y, para culminar el camino hacia la perfección más absoluta, su guión está basado en una novela de Patricia Highsmith, cuentan que bastante autobiográfica. Mi Patricia Highsmith. No se puede pedir más.
Una pasión prohibida por la que se castiga a sus dos protagonistas, interpretadas mucho más allá de la perfección por la mejor actriz del momento, Cate Blanchett, y secundada por una magistral e inolvidable Rooney Mara.
Todo es sensible y exquisito en su metraje. Todo es perfección formal que no impide sentir y apasionarse por esta historia ¿imposible? Todo es medido y maravilloso.
Por eso es otra obra maestra, otra más, del inmenso Todd Haynes, con el que relacionar su filmografía es expandir el paladar del más exigente cinéfilo con buen gusto y criterio: «Lejos del cielo» o esa magistral serie de HBO titulada «Mildred Pierce» dan fe de que no exagero con Haynes.
«Carol» DEBE la triunfadora de los Oscars. No me cabe duda. Por eso estoy convencido seriamente de que no se llevará ni uno. Al tiempo. Ganará esa cosa espiritual-LibroDeAutoayudaAnteLaNaturalezaSalvaje llamada «El renacido» y volveré a no creer en los Oscars un año más. Y van…

Mística de misa de doce con Iñárritu

El renacido.jpgEn «El renacido», Alejandro González Iñárritu pretendió ser Terrence Malick y hacer respirar a la naturaleza para que expandiera su aliento espiritual, pero al pobre le quedan varias asignaturas de la licenciatura de filosofía por cursar y, ante la insuficiencia para ser Malick, se queda en copia convencional-mística-religiosa-gore de la genial «Jeremiah Johnson» de Sydney Pollack, un oeste gélido y nevado donde la vida es compleja.

«El renacido» es otra prueba más de que Iñárritu, sin Guillermo Arriaga al guión, es puro tremendismo de misa de doce, mística vacua y vulgar, sacada del más vendido libro de autoayuda, de venganzas familiares y sangres buenas y malas.

Lo único que salva del tedio y el bostezo este film, ya mil veces visto y en otras ocasiones mucho más brillantes (se me viene a la cabeza la muy buena obra de Sean Penn titulada «Hacia rutas salvajes» al margen de aquel inolvidable Robert Redford en la obra anteriormente mencionada de Pollack), es la brutal interpretación del mejor actor vivo en el planeta, un tal Leonardo Di Caprio, que se sale literalmente de la pantalla durante el metraje.

Eso sí, en el fondo, me fastidiría que ganase al fin el Oscar y se compensanse la gran injusticia con él cometida precisamente en este film, porque su interpretación es colosal, soberbia, maestra, pero las ha tenido mejores, en «Revolutionary Road» de Sam Mendes (para mí, la mejor de lejos), o «El aviador», «Shutter Island» o «Infiltrados» de la mano del maestro Scorsese.

Parece mentira que el otrora brillante Iñárritu en «Amores perros», «21 gramos» o «Babel», derive sin Arriaga por los procesolos mundos mediocres de «Birdman» o «El renacido», otro film más del montón.

Escoltados

SERAquí os dejo mi columna de opinión que, como cada Viernes, se emite en Cadena SER Radio Granada, a las 8:50 horas:

Siguen necesitando, tanto el Alcalde de Granada como Sebastián Pérez, su servicio de escolta frente a alguna amenaza tan latente como imperceptible. Pero no son los únicos a los que les urge ser protegidos.
También necesitan guardaespaldas los cómicos sátiros granadinos para no terminar pagando su falta de chispa humorística en prisión.
Y los vecinos de barrios de esta ciudad, para que el mal no les corte por mitad su barrio y se les nieguen los soterramientos que merecen.
Y un par de guardaespaldas para los ciudadanos que tienen que padecer el remodelado transporte público que ahora volverá a tener que vestir de rojo el centro de la ciudad para protegerse de la amenaza de la LAC.
Y protección para los árboles de esta ciudad que son talados sin condena firme previa o los rótulos comerciales del centro sacrificados en pro de algún dios esquivo.
O todos los ciudadanos, que requerimos con urgencia una buena escolta dado que, cuando aún no hemos logrado sacar la cabeza de la inundación de la pasada crisis para poder respirar, ya vemos venir un nuevo tsunami en los mercados internacionales ante la pasividad e inoperancia de nuestros políticos.

Breve reflexión sobre los Goya

GoyaPasó la gala de los Premios Goya que no pude ver. Mi primer fallo posiblemente desde su primera edición. Pero Marruecos me esperaba y ambas cosas resultaron incompatibles.

Mi favorita, porque atesora más cine de kilates que ninguna otra, era «La novia». Pero… ¿quién se atreve a decir que fue injusta ganadora «Truman»? La obra de Cesc Gay es inapelable, y merece todos los honores que se le quieran atribuir. Una historia humana tan profunda, tan cargada de lirismo de supervivencia y drama cómico, ¿quién no puede calificarla como justa ganadora?

Y siendo mi favorita indiscutible esa obra de perfección formal sublime en su adaptación lorquiana como es «La novia», en el fondo de mi alma, me hubiera encantado que la ganadora hubiese sido «Un día perfecto». Este film no es el mejor de la filmografía de Fernando León de Aranoa, pero es de él, del autor de algunos de los mejores momentos cinéfilos de mi vida. Es de bien nacidos ser agradecidos. Yo tengo que agradecerle tantas cosas al autor de «Los lunes al sol», «Barrio», «Familia», «Princesas» o «Amador», que mi alma hubiese querido su victoria a pesar de no ser el mejor de los films que optaban a ello.

En cuanto a la parte política del evento, que la tiene porque debe tenerla, me encantó ver allí la coincidencia de Pedro Sánchez o Patxi López con Albert Rivera y Pablo Iglesias. Seguramente Rajoy tendría muchas cosas mejores que hacer un Sábado por la noche. No me cabe la menor duda.

¿Iguales ante la ley?

SERAquí os dejo mi columna de opinión que, como cada Viernes, se emite en Cadena SER Radio Granada, a las 8:50 horas:

A los oyentes de Radio Granada ya los tengo por leídos, ilustrados y versados, así que no creo que les aporte mucho si les recuerdo que eso de que todos somos iguales ante la ley es una vieja quimera venida de las democracias decimonónicas.
Igualmente si les subrayo que los autónomos, esos que realmente sostienen económicamente este país sin grandes empresas, son los últimos de la fila para casi todo.
Como muestra, un botón de esta misma semana: unos señores del Ayuntamiento de Granada giraron visita a los despachos ubicados en el Edificio Regina de Puerta Real para exigirnos, de manera mucho más que imperativa, que retirásemos de las terrazas de nuestra propiedad cualquier rótulo con carácter comercial.
Mi despacho de abogados así lo ha hecho ya, que líos queremos los justos. Pero no sin poder reprimir una sonrisa sarcásticamente amarga cuando, mientras retiras el tuyo humilde, pequeño y discreto, contemplas fastuosos rótulos de varios metros de altura en los tejados de la mismísima Puerta Real publicitando grandes entidades bancarias, enormes establecimientos ópticos u hoteles clásicos de la ciudad.
Y sabiendo que esos no se quitarán, porque son intocables, que los únicos retirados serán los de esos autónomos que a nadie importan.