«Todo lo que usted quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar» es paradigma de la primera etapa de Woody Allen, comedia episódica de humor surrealista

Las primeras obras fílmicas de Woody Allen, pura comedia disparatada, suponen un género en sí mismas plenas de humor surrealista y ácido, para mí siempre menores respecto a su obra posterior, que va creciendo en profundidad y oscuridad. “Todo lo que usted quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar” es un absoluto dislate de principio a fin, un ejercicio de humor funambulista sin complejos y desprejuiciado, básico y menor, pero divertidísimo.


Como toda película episódica, hay irregularidad en la comparativa entre los siete relatos independientes que la componen, dado que unos funcionan mejor que otros, y sus caminos hacia el humor son bien distintos y variopintos en las diferentes propuestas que tratan de responder de forma jocosa a diferentes planteamientos sobre el sexo de una forma totalmente hilarante.


Entre todos ellos, destaca sobremanera para mí el dedicado a ejemplificar la sodomía, mediante un desternillante relato interpretado por Gene Wilder sobre un doctor que, tratando de curar la relación romántica de un paciente por una oveja, acaba preso en las redes del amor por parte del mismo animal. Una tontería con la que resulta imposible no terminar secándote lágrimas de tanta carcajada experimentada durante su breve metraje.


Igualmente destaca el último de sus episodios, dedicado a zambullirnos en el interior de esa máquina casi perfecta que es el cuerpo humano para mostrarnos la dificultad técnica precisa para lograr una erección y una eyaculación con un Woody Allen interpretando a un espermatozoide cobarde totalmente impagable.


Entre medias, otro relato sobre los afrodisíacos en la Edad Media con el que principia la película un tanto totorrón. E icónico resulta el de esa teta gigante que amenaza a la humanidad en otro de ellos, o el concurso televisivo donde los participantes compiten para ver quién sufre la perversión sexual más grave.


Mero entretenimiento propio de esta primera etapa del genio neoyorquino a la espera de que una madurez posterior lo convirtiera definitivamente en mi cineasta de cabecera y el más influyente de todos ellos en mi percepción de la realidad.

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