Habrá series magistrales, pero ninguna perdura en la mente como «A dos metros bajo tierra»

A dos metros bajo tierra 2Estoy redisfrutando por segunda vez como un enano los últimos 8 episodios de «Breaking Bad», esa obra maestra absoluta y eterna que nos cuenta el descenso a los infiernos de un tal Walter White que acaba convirtiéndose en Heisenberg. Pero mientras reabro la caja de pandora cargada de metanfetamina, no paro de ilusionarme por dentro sabiendo que el próximo mundo que voy a revisitar es el de estos saltarines de la foto, el de la mejor serie jamás filmada para televisión, el del mejor audiovisual de todos los tiempos, el de la obra más profunda, más filosófica, más ética, más literaria que se haya emitido nunca, el de «A DOS METROS BAJO TIERRA».
La vida y la muerte. Solo eso pretende mostrarte esta serie. «Tan solo» las claves para entender mejor la vida y la muerte. Y lo mejor es que es capaz de hacerlo y lo acaba consiguiendo.
Nadie es la misma persona que era cuando termina de ver «Six Feet Under». Como decía el crítico televisivo de El País cuando terminó la serie y se encontró en estado de shock, se recuerda como si de un inolvidable libro se tratara; es misterioso, porque no recuerdas imágenes, sino pasajes, de una obra magistral y literaria que decidió, gracias a HBO y de la mano de Alan Ball, cambiarnos la vida y la muerte a la humanidad entera.
Nunca habrá nada como los Fisher, principio y fin del audivisual moderno.