Mi único resumen de 2016 sobre la única cosa que me sigue motivando y emocionando

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Llegados a este punto, todo el mundo hace sus recopilaciones sobre lo acaecido en 2016: las hay personales, profesionales, mezclando ambas facetas (esas son las más peligrosas)… yo la haré sobre lo único sobre lo que puedo hablar porque quizás sea lo único sobre lo que sé algo que sea digno de escribir y, por tanto, de leer. Mi 2016 cinéfilamente hablando y, por supuesto, como todo hijo de vecino al que le apasiona el cine, también haré mi lista de films del 1 al 10, para que de ella quede constancia por escrito y de la que se puede discrepar públicamente con permiso de éste, su autor:
 

1.- “CAROL”, el gran film del año, la obra maestra más absoluta que ha legado 2016 para la historia, la soberbia y magistral perfección del dios del melodrama cargado de colorín, Todd Haynes. Es perfecta por dentro y por fuera, por lo que muestra y por como lo muestra. Es una película para enmarcar dentro de la mejor página de la historia del séptimo arte justo porque es eso, puro arte cinematográfico por todos y cada uno de sus costados. Imprescindible para cualquier ser humano con alma.
2.- “JULIETA”, de nuevo la estética sobre la ética, volviendo a subrayar la capacidad hipnótica del genio manchego para crear una obra de arte digna de ser colgada en la pared principal del Museo del Prado con cada trazo de sus magistrales planos. Pura esencia cinéfila de principio a fin, una cinta para paladear sorbo a sorbo.
3.- “LA MEMORIA DEL AGUA”, desgarradora y arrebatadora cinta del chileno Matías Bize, puro sentimiento a flor de piel. Sin piedad, descarnada, rodando como nadie antes el vacío destructivo de una pareja joven que pierde a su hijo pequeño y, tras él, su vida entera. Sublime.
4.- “MUSTANG”, más que una peli, una experiencia que nos regaló el turco Deniz Gamze Ergüven en 2015 pero que yo vi este año. La historia de unas niñas de vida marcadamente limitada por hecho de haber nacido mujeres. La versión turca de esa obra maestra imperecedera de la diosa Sofía Coppola llamada “Las vírgenes suicidas”. Mágica.
5.- “CALVARY”, cinta irlandesa que, si bien es del año pasado, llegó a mi poder en 2016. John Michael McDonagh dirige los inolvidables últimos días de un sacerdote muy peculiar que rige los destinos espirituales de un pueblo irlandés aún más especial. Inolvidable.
6.- “LA HABITACIÓN” de Lenny Abrahanson es una cinta rupturista y extraordinaria que, si bien estrenada en 2015, yo he visto este año. Su primera media hora de metraje debería exhibirse en todas las escuelas de cine, como ejemplo perfecto de captar el alma del espectador con los mínimos recursos disponibles.
7.- “CAFÉ SOCIETY”, o la nueva entrega anual de Woody Allen. Simplemente soberbia, inconmensurable, con una profundidad psicológica en su historia y una valentía e inteligencia en sus diálogos propia del mejor Allen, ese que de vez en cuando recuperamos, en una cinta de época de rabiosa actualidad en lo que cuenta.
8.- “CORAZÓN GIGANTE”, un film inolvidable procedente de la desconocida filmografía islandesa. Dagur Kári firma una historia que, una vez vista, te acompañará para siempre, la de un grandullón que no es más que un santo del siglo XXI, pura bondad sin reciprocidad.
9.- “EL HIJO DE SAUL” es, junto con “La lista de Schindler” de Spielberg, la mejor recreación fílmica del holocausto judío y del horror nazi. Las atrocidades ya las conocíamos, pero lo que aporta esta magistral cinta es la forma de ser contadas por Lászlo Nemes, aportando una originalidad en la narración fílmica sin precedentes conocidos, jugando con el fuera de campo de una forma rompedora.
10.- “DHEEPAN”: asumo que es la más floja de toda la filmografía de Jacques Audiard, pero… Audiard es Audiard, para mí, junto con Lars Von Trier y Haneke, lo mejor que tiene Europa en activo. Esta historia de inmigración al límite funciona, vaya que si funciona, aunque no sea “De óxido y hueso” ni “Un profeta”.
 
PD: sin haberla visto, sé que mi lista es imperfecta porque he pecado gravemente al no haber visto “Tarde para la ira”, la ópera prima de Raúl Arévalo. Porque sé que cuando la vea, habré lamentado no incluirla aquí, pero… por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

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