«Into the storm», demasiado hagiográfica para ser un producto HBO

Into the storm
De HBO siempre se espera todo. La perfección en cada movimiento ofrecido suele caber en en el espacio comprendido entre sus tres letras. Es lo que tiene ser palabra de dios para la TV y haberla creado tal y como es hoy.
Por eso, “Into the storm” de Thaddeus O´Sullivan, siendo un mucho más que correcto y acertado film biográfico sobre una personalidad tan controvertida como Winston Churchill, que da para pocas hagiografías que resulten creíbles, no llega a brillar con la perfección que ofrecen otras cintas de HBO como la maravillosamente intocable por obra maestra “Grey Gardens”.
Con cierta tendencia hagiográfica que intenta vendernos a Churchill como un personaje bastante mejor de lo que realmente fue, porque serlo lo fue poco, hay que reconocer que es a ratos sincera y escarba en algunas lagunas del personaje como su carácter insufrible, su alcoholismo y hasta su notorio y famoso exhibicionismo en una escena ante la primera autoridad norteamericana que pasa por ser una de los mejores momentos de esta película.
El eje central de su trama es la descripción rigurosa de la actuación de Inglaterra durante el desarrollo de la II Guerra Mundial a través del prisma y la mirada de Churchill. Y en eso, no cabe duda, acierta de pleno, así como en su ambientación y resultado formal (estamos hablando de HBO, no podría ser de otra forma).
Pero si el edificio fílmico se sostiene y tiene vida es principalmente gracias a una sola persona: Brendan Gleeson y su interpretación churchilliana. Que es uno de los mejores actores vivos creo que todo el mundo lo sabe y lo tiene mucho más que claro. Y el que piense que exagero, ahí tiene “Calvary” para ver que quizás me quede corto. En la obra de la que hablamos, no es que sea básico, es que su interpretación ES la cinta, la justifica y le insufla vida y credibilidad. Sencillamente, todo un recital de Brendan Gleeson.

Mis últimas palabras de 2016 son mi lista cinéfila de la cosecha 2016

cine-de-2016

Llegados a este punto, todo el mundo hace sus recopilaciones sobre lo acaecido en 2016: las hay personales, profesionales, mezclando ambas facetas (esas son las más peligrosas)… yo la haré sobre lo único sobre lo que puedo hablar porque quizás sea lo único sobre lo que sé algo que sea digno de escribir y, por tanto, de leer. Mi 2016 cinéfilamente hablando y, por supuesto, como todo hijo de vecino al que le apasiona el cine, también haré mi lista de films del 1 al 10, para que de ella quede constancia por escrito y de la que se puede discrepar públicamente con permiso de éste, su autor:

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Mi único resumen de 2016 sobre la única cosa que me sigue motivando y emocionando

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«Calvary», una inolvidable mezcla irlandesa de comedia dramática y thriller sacerdotal

Calvary“Calvary”, de John Michael McDonagh, es la gran peli irlandesa de la década. A medio camino entre el thriller, la comedia negra, el más profundo drama y el estudio en profundidad de personajes, sale sobresalientemente en todo ello derrochando categoría cinematográfica por doquier.
 
En un pueblo de la profunda Irlanda, en un confesionario, un feligrés avisa al cura del pueblo de que fue víctima de abusos sexuales a los 7 años por parte de un sacerdote, y de que le da una semana de vida para que deje todos sus asuntos en paz antes de matarlo el próximo Domingo. El verdugo reconoce que su víctima es inocente y que nada tiene que ver con aquellos abusos que marcaron su vida para siempre, pero que tiene que matar a un cura para calmar su alma.
 
Con esa excusa argumental tan impactante, el espectador acompaña al cura durante una semana, y va conociendo a los feligreses, todos ellos peculiares y peligrosos, humanos y contradictorios, inabarcables y chocantes, que desfilan por delante de la cámara de McDonagh con enorme personalidad.
 
Pero lo mejor del film es el cura, que no es cualquier cura: sexagenario, borracho, con una hija cargada de problemas (fruto de un matrimonio anterior a su toma de hábitos) y un perro, con ciertas dosis de arranques violentos incontrolables, conduciendo un descapotable rojo, el padre James es un personaje de ficción que te cala hasta los huesos y jamás olvidas.
 
Parte de esa trascendencia la regala la disección de uno de los grandes personajes de nuestro cine moderno; la otra la ofrece la interpretación mucho más que magistral del gran Brendan Gleeson, pareciera que nacido para dar vida a este personaje.
 
Lo demás, es Irlanda en su pura esencia. Una maravilla, como el propio film de McDonagh.